Parkinson

La enfermedad de Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente. A medida que la enfermedad progresa, los síntomas van apareciendo de forma gradual y van empeorando lentamente. Los síntomas de la enfermedad de Parkinson son muy variados y diversos pero los más identificables están relacionados con el movimiento y se denominan síntomas motores, entre los que se encuentra el temblor (que es el más conocido).

La causa que origina la enfermedad de Parkinson es la reducción de una sustancia química llamada dopamina. La dopamina es un neurotransmisor presente en el cerebro y cuya función es transmitir señales entre las neuronas que regulan la función locomotora, es decir, el movimiento, el equilibrio y la marcha.

Aunque la enfermedad de Parkinson afecta tanto a mujeres como a hombres, estos últimos tienen una probabilidad ligeramente mayor de desarrollar la enfermedad. Un riesgo que aumenta con la edad en ambos sexos.

La edad de inicio suele ser mayor de 60 años. Se estima que 1 de cada 10 personas son diagnosticadas antes de los 50 años, y aunque 1 de cada 5 casos corresponde a menores de cuarenta años la probabilidad de recibir el diagnóstico de la enfermedad aumenta con la edad ya que el envejecimiento es un factor determinante en esta patología.

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En la actualidad, no existe cura para la enfermedad de Parkinson, por lo que los tratamientos que se utilizan van orientados a mitigar los principales síntomas de la patología:

• El temblor: agitación incontrolable
• La rigidez anómala de los músculos
• La bradicinesia: ralentización extrema del movimiento y los reflejos
• Y la inestabilidad postural: incapacidad para permanecer de pie en una posición equilibrada o estable.

Las personas con enfermedad de Parkinson también sufren otros problemas como cansancio, depresión, trastornos del equilibrio y de la escritura. Es frecuente que puedan ver alterados el habla y la expresión facial, y algunas personas tienen dificultades para comer y tragar. Síntomas todos ellos que deben ser tratados con diferentes técnicas como fisioterapia, logopedia, apoyo psicológico y terapia ocupacional.

La terapia farmacológica está enfocada a aumentar los niveles de dopamina en el cerebro. Aunque no se dispone de un tratamiento neuroprotector total, el inicio temprano del tratamiento adecuado mejora los síntomas y la calidad de vida del paciente.

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